“A veces extraño tu sensatez, tus palabras claras y honestas, esas que
me hacían aterrizar y darme cuenta que quizás no lo estaba tomando con
calma, que me ahogaba en un vaso a medio llenar con agua… y que la
solución estaba en ver un poco más allá, de pensar en otras
alternativas… tenías el don de predicar, ahora ya no sé dónde estás y si
algún día regresarás”
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